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Seguir comprandoSe dice que el origen del café, esta bebida maravillosa que nos alegra las mañanas, se le atribuye al país africano de Etiopía, con una hermosísima leyenda que nos cuenta que en la antigua Abisinia (hoy Etiopía), un pastor de nombre Kaldi notó un día que sus cabras tenían un comportamiento inusual, pues pastaban con más energía luego de comer unos frutos rojos de un árbol. Kaldi, cosechó algunos de estos frutos y los llevó a los sabios monjes locales quienes no le prestaron atención y los arrojaron al fuego, pero al cabo de unos minutos empezaron a percibir un aroma muy agradable que provenía de aquellos frutos. Éste, querido lector es el feliz comienzo de una gran historia llena de leyendas, mitos y prohibiciones a partir de esta deliciosa, social y medicinal bebida extendida por todo el mundo gracias a la tradicional y bella cultura etíope.
Aunque el café etíope se comenzó a explotar en el siglo IX, su primera exportación fue en el año 1600 a manos de comerciantes europeos. Las primeras plantaciones se dieron en Kaffa y Buno. El café más cultivado era el “Harari” que hoy se conoce como “Harrar”. En 1957 se crea La Junta Nacional de Café. De 1970 a 1990, Etiopía sufre cambios políticos que afectan su des arrollo cafetero, hasta 1991 cuando con un nuevo sistema de gobierno se abre a los mercados internacionales reinventándose económicamente con una nueva bolsa comercial y la creación de muchísimas cooperativas que son las que mueven el café actualmente.
En Etiopía se cultivan los cafés arábica, Robusta y la mezcla de estas dos variedades, pero el Arábica es el más cosechado. Los granos del café etíope son más pequeños que los de otros cafés de especialidad y debido a las grandes altitudes, se caracteriza por ser denso, duro y de un sabor más dulce.
Cada región de Etiopía cultiva cafés muy diferentes y hay tantas variedades que no podrías describir todos los sabores y texturas que se pueden encontrar en estos granos. Una de sus principales características es que tienen una acidez alta, con un sabor complejo, un aroma intenso y varias notas afrutadas.
En Etiopía se cultiva el café de forma sostenible. La mayoría de sus cultivos abarcan cuatro tipos que son los siguientes:
Ya sabes pues que Etiopía es uno de los países con más variedades de café en un solo lugar, por lo que es más fácil diferenciar por región que por variedad. Aquí tienes pues algunas de las regiones más productoras del café etíope.
Una de las cosas que hace especial el café etíope, el cual está clasificado entre los diez mejores del mundo, es que su cultivo hace parte de la cultura del país. Los cafeteros cosechan los mejores cafés con amor y dedicación. El cultivo del café es parte fundamental de la economía de Etiopía, pues representa más del 60% de los ingresos extranjeros al país. Es tanto así que los Etíopes tienen un reconocido dicho: “Buna dabo naw”, que significa “El café es nuestro pan”.
Para terminar voy a describirte cómo se lleva a cabo en Etiopía la ceremonia del café, rito diario de muchísima importancia tanto espiritual como familiar y social para la cultura etíope. La ceremonia dura de dos a tres horas y se repite tres veces al día. Se comienza con la preparación de la habitación. La mujer preparadora dispersa hierbas y flores frescas por el suelo. Quema incienso para ahuyentar los malos espíritus. Se llena de agua una vasija de arcilla negra y de fondo negro llamada “jabena”. Luego se coloca sobre las brasas para que se caliente el agua. La anfitriona toma un puñado de granos de café verde y lo deposita en otro recipiente similar a una sartén y lo lleva al fuego para sacudir los granos y limpiarles la cáscara. Ya limpios se tuestan en ese recipiente muy suavemente mientras van esparciendo el aroma, cuya fragancia es parte importante de la ceremonia.
Después se realiza la molienda del café con una especie de mortero que consta de un recipiente llamado “mukecha” y un cilindro denominado “zenezena”. Luego se añade el café al agua. El café se sirve apenas llega el primer hervor en unas tazas de cerámica sin asas, que se disponen bien juntas unas a otras. La anfitriona con mucha habilidad sirve el café con un solo chorro que va pasando de taza en taza, dejando los posos en el recipiente. Después de la primera ronda se sirven dos más, cada una más suave que la otra, pues se piensa que cada una de ellas va transformando el espíritu de quienes comparten tan significativa ceremonia.