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Seguir comprandoTomarse un café en la mañana, es una costumbre infaltable para millones de personas en el mundo; siendo para muchas culturas toda una ceremonia en torno a esta bebida, sencilla, pero maravillosa, la cual no solamente consumimos temprano; también la degustamos al mediodía, en las tardes y hasta por la noche. Son más o menos cuatro o cinco tazas de café que no nos pueden faltar en nuestra rutina diaria. “Tomémonos un café y seamos amigos”, es la frase cotidiana que nos invita a compartir una deliciosa taza de café en la casa, en la calle y en el trabajo. Esta infaltable bebida, aunque te parezca imposible creerlo, enfrentó en sus comienzos muchas dificultades y opositores poderosos que impidieron a toda costa su consumo. El café estuvo prohibido en muchos países a lo largo de los siglos. Como te decía, fueron muchos los obstáculos y detractores contra los que tuvo que luchar; pero al final, siempre se imponía su consumo que aun en medio de tanta oposición, su popularidad y preferencia crecía cada día más y más. Voy a referirte pues algunas anécdotas que nos recuerdan cómo en diferentes países del mundo desde sus mismos orígenes se dictaron leyes y se propiciaron persecuciones contra los consumidores, vendedores y distribuidores de café, pero que al final no prosperaron porque el café siempre salió triunfante.
Sabes que el café llegó a los países árabes en el siglo XVII, y que gracias a la prohibición del alcohol en esta cultura por razones religiosas, pues Mahoma, fundador del islamismo, rechaza en su libro sagrado, “El Corán”, cualquier sustancia que haga daño a sus fieles en la salud física y mental. Por tal razón, sustancias como el vino o el tabaco no eran permitidas en esta doctrina que manejaba no solo al contexto religioso, sino que también dominaba los contextos político y económico. El caso es que, el café se popularizó en la inmensa comunidad árabe, dando origen a las primeras cafeterías que se conocieron en el mundo. Rápidamente, estos locales se convirtieron en lugares de encuentro para conversar, divertirse, hacer negocios, y tal vez la principal razón que hizo que estos lugares de encuentro, fueran censurados, igual que el café; pues se convirtieron en los sitios donde se reunían intelectuales, filósofos y pensadores, que eran fuertes oponentes hacia el régimen de gobierno que mandaba en ese momento. Aunque también, el café se encontró con opositores godos o conservadores de doble moral que catalogaron al café como una bebida diabólica que atentaba contra el Islam.
En Oriente, algunos sultanes intentaron eliminar el consumo de café. La principal causa fue catalogarlo como una droga que podía afectar el comportamiento de las personas. La llamaban la bebida del diablo. El sabor amargo del café lo consideraban diabólico. En 1633, en Constantinopla, el sultán Murad IV, ordenó el cierre de todas las casas de café, y prohibió el alcohol, el tabaco y el café, so pena de castigo, la muerte. El café había sido popular en Constantinopla por más de un siglo, y su prohibición, al contrario, incrementó su popularidad. Y, aun con la amenaza de muerte, las tiendas seguían funcionando en forma clandestina. Después de la muerte de Murad IV, aunque la ley de prohibición seguía escrita, el consumo de café de nuevo se popularizó y demostró que económicamente era ventajoso para el imperio.
En la época en que se introdujo el café en los pueblos árabes, las cafeterías se convirtieron en la cuna del liberalismo, donde se reunían los intelectuales, principalmente filósofos y letrados; por ello, los imanes(sacerdotes musulmanes) ortodoxos y conservadores, quisieron prohibir el consumo de café en La Meca y en El Cairo, entre 1511 y 1532; pero las corrientes ideológicas implantadas en las cafeterías y la popularidad del café, hicieron que las autoridades tuvieran que reversar la ley.
En 1511, dos hermanos doctores, oriundos de Persia, persuadieron al emir Khair- Beg de que el café era una bebida embriagante, que daba lugar a diversiones prohibidas por las leyes de Mahoma. El emir convocó una asamblea de doctores y médicos, los cuales decidieron que el café era contrario a la fe mahometana y perjudicial para la salud. Khair-Beg emitió el decreto que prohibió su consumo. El café se convirtió en una bebida contestaría y de lucha contra el estado islámico de La Meca. El sultán, que residía en El Cairo, ordenó que se retirara la prohibición, pues para él era una bebida inocente. Sin embargo, años más tarde (1534), El odio contra el café de algunos fanáticos, dividió a la ciudad en dos bandos: los procafetistas, que veían al café como una bebida pura, saludable, que excitaba la alegría y facilitaba el canto de las alabanzas a Dios y los ejercicios devocionales. El otro bando era el de los Intransigentes, que lo consideraban como una bebida embriagante o especie de vino. Afirmaban que en el día de la resurrección, los bebedores de café tendrían las caras más negras. El sheik (líder religioso), convocó una asamblea en la que se determinó reforzar la prohibición del café, lo que hizo que éste, fuera más popular que nunca. Entonces, se incrementaron las cafeterías, frecuentadas por personas instruidas, jueces, profesores y hasta dignatarios. Estas, por la calidad académica de sus clientes, se empezaron a conocer como “Escuelas de Sabios”. Solo las personas adineradas, entraban a estos cómodos y confortables locales. Pero también se popularizaron otras cafeterías, visitadas por toda clase de personas: vagos, ociosos, bailarinas y prostitutas, lo que hizo que otra vez, los sacerdotes musulmanes pusieran el grito en el cielo, aduciendo que los fieles abandonaron los templos por los cafés. Lograron que cerraran los establecimientos, pero esto fue por poco tiempo, porque los volvieron a abrir, y ya en mayor número.
El gobierno islamista reconoció la importancia que tenía el café para ellos económicamente, porque eran tantas las cafeterías, que si las cerraban, se disminuían considerablemente las recaudaciones de impuestos que estos negocios tributaban. Por otro lado, el café se convirtió en una bebida tan necesaria para las personas, especialmente las mujeres, a las que el estado islámico les otorgó una ley de divorcio, poniendo como causal de éste, si el esposo no le proporcionaba a su esposa una ración diaria de café.
Recuerda que los venecianos y holandeses llevaron el café a Europa a través de del imperio musulmán alrededor del año 1600. En diferentes países como verás a continuación, al café, también le tocó enfrentar enemigos y detractores.
En Alemania, también lo consideraron como bebida del diablo. Fue reprobado especialmente por los terratenientes protestantes, que con su poder, lograron su prohibición, agregando que el café provocaba esterilidad en hombres y mujeres. Impidieron su consumo por más de un siglo, hasta que por fin el gobierno autorizó su venta y consumo, pero pagando unos impuestos altísimos, agregando además el disgusto de Federico el grande, quien decía: “Mi pueblo debe beber cerveza, su majestad fue criado con cerveza, igual que sus antepasados”.
En Italia, unos sacerdotes católicos, también pensaban que el café era una bebida creada por el diablo. Por tal razón, trataron de convencer al Papa Clemente VIII, para que lo prohibiera, aduciendo que era una bebida satánica y de infieles. El Papa lo probó, le encantó y lo autorizó para todo el mundo católico, agregando el siguiente comentario: “ ¡Dejar sólo a los infieles el placer de esta bebida, sería una lástima!.
En Inglaterra, dos intentos de prohibición de las cafeterías se llevaron a cabo. En 1674, un grupo de mujeres firmaron una petición, alegando que éstas, alejaban a sus maridos, quienes preferían pasar el tiempo en esos lugares, en vez de permanecer en la casa junto a ellas. Más tarde Carlos II, prohíbe las cafeterías, porque en estos lugares se estaba forjando la revolución, que difamaban el gobierno de su majestad, alterando la paz y la quietud del reino.
Aunque en los países escandinavos (Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia), se consume muchísimo café, no siempre fue así. Cuando llegó por primera vez, a la gente le encantó, menos al rey Federico I, quien en 1746, para frenar su consumo, impuso un impuesto elevado sobre el café. Tal disposición creó un mercado negro próspero para el café. Los funcionarios del gobierno confiscaban equipos de preparación de café y multaban a los consumidores hasta prohibirlo totalmente en 1756. Se cuenta la anécdota, de que el rey Gustavo tercero de Suecia, buscando convencer al pueblo de que el café y el té, eran muy perjudiciales para la salud, se confabuló con dos médicos para que certificaran lo que él decía. Entonces, experimentaron con dos hermanos gemelos condenados a muerte, aduciendo, que se les perdonaría la pena, si sobrevivían después de consumir durante determinado tiempo tres tazas de café (uno de ellos), y tres tazas de té(el otro gemelo) al día. El rey murió a los 43 años, y con el tiempo, los médicos también fallecieron, y los dos hermanos gemelos vivieron más de 80 años bebiendo café sin que les hiciera daño.
En Rusia el café siempre fue muy popular, pero es en el siglo XIX, durante el reinado de los zares, que los bebedores de café sufren una persecución brutal, pues los castigos eran la tortura y la mutilación de nariz y orejas; y para los consumidores muy asiduos y los distribuidores, la pena era la muerte. Las razones del gobierno zarista no eran religiosas, sino políticas y comerciales. Por un lado consideraban que el café alteraba a la población, haciendo que la gente fuera más propensa a una revolución. Por otra parte, el altísimo consumo de café, afectaba el comercio de la cerveza que se producía en Prusia. Las medidas de castigo a pesar de ser tan brutales, no lograron su prohibición; más bien fomentaron que la gente siguiera tomando café.
Bueno, y ubicándonos en pleno siglo XXI, cuando se han despejado científicamente todas las dudas sobre los perjuicios del café, pues ya se considera una bebida medicinal, antioxidante y rica en defensas contra muchas enfermedades; aún así, hoy, cuando se dice que el café es la bebida más consumida del planeta, después del agua, encontramos culturas que lo rechazan, como es el caso de Suiza, país que lo prohibió en 2019, por considerarlo de poco valor nutricional. También, la secta evangélica de los mormones; en el mismo año lo prohibió por considerarlo una droga adictiva y peligrosa para el ser humano.
Para terminar amigo lector, te comparto lo que piensa una persona reconocida por sus investigaciones y aportes sobre esta exquisita bebida: “El café es un estimulante intelectual, una manera agradable de sentir que la energía aumenta sin causar efectos negativos evidentes. Las cafeterías permiten a la gente reunirse y conversar, distraerse, hacer negocios, alcanzar acuerdos, componer poesía y expresar libremente lo que se piensa y lo que se siente”.